martes, 27 de mayo de 2008

Contadme un secreto...


Yo os contare uno... os hablare de mi lucero.



No te preocupes amiga, hoy no te pediré nada, ¿qué más vas a hacer por mí? Tantos años conociéndonos y tantos sueños hechos realidad, que ya me lo pienso antes de recurrir a ti. Sí, puede que lleves razón, será miedo a que alguna noche al asomarme a mi balcón ya no estés ahí, y dejes de aparecer y de iluminarme con tu puntito de luz, en los momentos de oscuridad de mi firmamento.


Siempre te he confiado mis sueños y nunca me has defraudado. Todo lo contrario los hacías realidad de la manera más bella y desinteresada que se pueda imaginar, pareciendo yo, el único responsable que se pudiera enorgullecer de haberlos conseguido. Lo cual a no ser que me equivoque dice muchísimo acerca de ti, pues considero que ser humilde es una de las más envidiables virtudes.


Evalúo mi vida, ¿y qué no te he pedido de todo lo que tengo? Sí, quizás eso, la familia, pero prefiero pensar que antes incluso de que naciera ya estabas pensando y cuidando de mí, regalándome una, de la que siempre estaré agradecido.


Cada año mis inquietudes eran distintas y mis obsesiones variaban. Me dedicaba a sentarme, divagar, y pedir. Todo tan fácil… Pero no te equivoques, muchas veces he pensado a qué o quién me dirigía cuando dialogábamos y cambiábamos compromisos. Y qué pensar ¿Dios? Pues no lo sé, ¿por qué decir que no? A veces me habré referido a ti, por ese nombre, o creo recordar que también por el de ángel de la guarda, que bien sabe él quién creo que es. Además, no me gusta mentir, así que no obviaré la posibilidad de que puede que seas simplemente mi conciencia cuando baja las barreras y se muestra en todo su esplendor, evaluando quién soy, qué tengo y qué deseo.


¿Por qué no creer en la magia, en el mas allá, o en la religión? Yo ante la duda prefiero que siga siendo algo tan enigmático y especial. Por ello, intentaré no planteármelo mucho y te seguiré mirando en lo alto de la noche, disfrutando de tu segura apariencia y de tu larga experiencia.


Ahora, sólo decirte gracias por todo, y espero que por siempre para muchos otros llegues a significar tanto como para mí, siendo la estrella más bella que se pueda observar en el firmamento y en la que poder confiar y pedir todos nuestros más íntimos deseos.


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